Algo siniestro tiene esta ciudad que se la asocia con la muerte.
Durante miles de años han venido de todos sitios a morir aquí. Incluso son varias las civilizaciones que han querido borrar a Varanasi del mapa sin éxito, arrancando una y otra vez la ciudad. Adoradores de Shiva, dios de la destrucción, que tiene como símbolos un tridente, un toro de grandes cuernos (Nandi), el miembro fálico (lingam) y el fuego eterno.
Para otras culturas podría interpretarse como adoradores del diablo, y la sensación que se tiene en esta ciudad es de adentrarse por un momento en el inframundo.
Las barcas que se adentran en el espeso humo, los muertos que son llevados a hombros por las estrechas calles en procesión constante y las bestias cornudas que andan por las calles hace sentir el contacto con el otro mundo.
Pero sin duda tiene un epicentro, y son las cremaciones a orillas del Ganges. Los hombres se preparan afeitándose la cabeza.
La leña se trae desde muy lejos para convertir la carne en ceniza.
Y mirad bien que no todo es leña.
Y ya está todo preparado para la ceremonia, que según creen puede romper el ciclo de la reencarnación.
El humo escuece los ojos, pero es importante no llorar para que todo salga bien.
Y mientras tanto, algunos buscan dientes de oro entre las cenizas arrojadas al Ganges, donde habitan enormes búfalos.
Y todo emana de aquí, el fuego de los 3500 años, que trajo el propio Shiva y aún sigue ardiendo. Uno sólo puede acercarse a el unos segundos, los ojos se llenan de lágrimas del intenso humo y tiene que pasar unos minutos para poder ver como ha salido la foto.
Algo tiene Varanasi que pone los pelos de punta en cada esquina.
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